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¿De qué manera la guerra arancelaria de EEUU podría afectar al Turismo?

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Por Gustavo Néstor Fernández

La guerra arancelaria iniciada por Estados Unidos ha sido un fenómeno económico global que, si bien se enfoca principalmente en el comercio de bienes, sus repercusiones se extienden a sectores insospechados, y el turismo no es la excepción. En éset artículo intentaremos desglosar cómo esta política comercial puede impactar y de hecho ha impactado, el flujo de viajeros, las decisiones de inversión y la dinámica competitiva global.

El eslabón invisible: de los aranceles a los pasajes

A primera vista, la relación entre aranceles sobre productos como el acero, el aluminio o los bienes tecnológicos y la elección de un destino turístico puede parecer tenue. Sin embargo, el vínculo se establece a través de varios canales económicos interconectados:

  • Impacto en el poder adquisitivo y la confianza del consumidor: Los aranceles encarecen los productos importados, lo que puede llevar a un aumento de los precios al consumidor. Esta inflación, incluso si es moderada, reduce el poder adquisitivo de los hogares. Si los bienes básicos se vuelven más caros, el gasto discrecional, como el turismo, es uno de los primeros en ajustarse. Además, la incertidumbre generada por una guerra comercial puede minar la confianza del consumidor. Cuando la gente se siente menos segura sobre su futuro económico o el estado general de la economía, es más propensa a posponer o reducir viajes internacionales o de ocio. Datos históricos de recesiones económicas o períodos de alta incertidumbre política y económica demuestran una correlación directa entre la confianza del consumidor y el gasto en turismo.

  • Fluctuaciones cambiarias y competitividad de destinos: Las tensiones comerciales pueden provocar o exacerbar fluctuaciones en los tipos de cambio. Por ejemplo, si un país ve devaluada su moneda como consecuencia de las presiones comerciales, sus exportaciones se vuelven más baratas, pero sus importaciones se encarecen. Para el sector turístico, esto tiene una doble arista: un destino con una moneda devaluada puede ser más atractivo para los turistas extranjeros debido a que su dinero rinde más. Sin embargo, para los turistas nacionales, viajar al extranjero se vuelve más caro. Las estadísticas de llegada de turistas internacionales a países con monedas volátiles a menudo reflejan estas dinámicas, mostrando un aumento en los visitantes de economías con monedas fuertes y una disminución en los viajes al exterior de sus propios ciudadanos.

  • Restricciones de viaje y la percepción del destino: Aunque menos directa, la guerra arancelaria puede, en ocasiones, escalar a tensiones diplomáticas o políticas que derivan en restricciones de viaje o advertencias. Si bien estas no son una consecuencia directa de los aranceles, el clima general de conflicto comercial puede influir en la percepción de seguridad y bienvenida de un destino. Un ejemplo hipotético podría ser un país que, en respuesta a medidas arancelarias, fomenta un sentimiento nacionalista que desalienta los viajes hacia el país «agresor» o incluso impone limitaciones indirectas. Si bien esto es menos común, la historia nos muestra que las relaciones internacionales tensas pueden afectar el flujo turístico.

  • Impacto en el Turismo de Negocios y MICE: El turismo de reuniones, incentivos, conferencias y exposiciones (MICE por sus siglas en inglés), y el turismo de negocios en general, son particularmente sensibles a las fluctuaciones económicas y las políticas comerciales. Si las empresas enfrentan mayores costos debido a los aranceles o a la incertidumbre económica, una de las primeras áreas en recortar es el gasto en viajes de negocios, participación en ferias internacionales o conferencias. Estos recortes tienen un efecto cascada, afectando a aerolíneas, hoteles, centros de convenciones y toda la cadena de valor del turismo MICE, que a menudo genera un gasto promedio significativamente más alto por viajero que el turismo de ocio.

Evidencia empírica y casos ilustrativos

Analizando los datos desde el inicio de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, por ejemplo, se observó cómo la reducción del flujo de turistas chinos hacia Estados Unidos se convirtió en un tema recurrente en los informes de la industria. Si bien otros factores como la dificultad para obtener visas también influyeron, la percepción de un entorno menos acogedor y el impacto económico general jugaron un papel. Las estadísticas de llegadas de turistas chinos a EE. UU. mostraron una desaceleración e incluso una disminución en ciertos períodos post-2018, en contraste con el crecimiento constante de años anteriores.

De manera similar, la industria automotriz y manufacturera, fuertemente afectadas por los aranceles, experimentaron recortes de personal o desaceleración de la producción, lo que inevitablemente repercute en el consumo discrecional, incluido el turismo, por parte de los empleados y comunidades afectadas. Los datos sobre el rendimiento de las acciones de aerolíneas y cadenas hoteleras globales a menudo reflejan el nerviosismo del mercado ante escaladas o desescaladas de guerras comerciales, evidenciando la percepción de los inversores sobre el impacto potencial en los ingresos.

Desafíos y oportunidades para el Sector Turístico

La guerra arancelaria plantea desafíos significativos para el sector turístico, forzando a las empresas a diversificar mercados, optimizar costos y buscar nuevas fuentes de ingresos. Sin embargo, también puede presentar oportunidades. Los destinos con políticas comerciales más estables o aquellos que se benefician de reajustes en las cadenas de suministro pueden ver un aumento en el turismo de negocios. Asimismo, los destinos que ofrecen una relación calidad-precio atractiva pueden captar la atención de viajeros que buscan maximizar su presupuesto ante la reducción del poder adquisitivo.

En conclusión, la guerra arancelaria es mucho más que una disputa comercial; es un fenómeno con ramificaciones que se extienden a la vida cotidiana de las personas y, por ende, a sus decisiones de viaje. El turismo, siendo una industria altamente sensible a las condiciones económicas y la confianza del consumidor, actúa como un barómetro de estas tensiones. Para los profesionales del sector, la clave reside en la monitorización constante de los indicadores económicos, las fluctuaciones cambiarias y, crucialmente, la evolución de las relaciones geopolíticas.

Solo a través de un análisis profundo y basado en datos se pueden anticipar los efectos, mitigar los riesgos y capitalizar las oportunidades que surgen de un paisaje económico global cada vez más interconectado y, a veces, conflictivo. El futuro del turismo, en este contexto, demanda una visión estratégica que trascienda las fronteras tradicionales del sector.


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